martes, 19 de febrero de 2008
Motín minero en l´Hemisfèric
J.E. Mencia/Levante-EMV, Valencia El grupo de mineros asturianos y sus familiares que el pasado 10 de agosto se amotinaron durante una visita a la Ciudad de las Artes y las Ciencias han decidido contratar los servicios de un abogado para presentar una demanda civil contra la Generalitat por el trato «vejatorio» recibido durante los tensos momentos vividos por espacio de casi 3 horas en el Hemisfèric y que requirieron la presencia policial. Marcelino Rodríguez, uno de los mineros que formaba parte del grupo de casi un centenar de personas que el pasado día 10 visitó la Ciudad de las Artes y las Ciencias confirmó ayer que ya han contratado un abogado aunque la denuncias se interpondrá en Asturias, donde esperan contar con el apoyo de instituciones y organizaciones de consumidores.
El pasado 10 de agosto, un grupo de 78 asturianos, en su mayoría jubilados mineros y sus familiares, decidió programar un viaje a la Ciudad de las Artes y las Ciencias desde las residencias que el Montepío de la Minería Asturiana tiene en Murcia. Tomaron el autobús bien temprano, a eso de las cuatro de la mañana, según relata Marcelino Rodríguez, portavoz del colectivo asturiano, para dirigirse a Valencia con la intención de disfrutar de un día de ocio en el equipamiento lúdico-cultural que se ha convertido en símbolo de Valencia.
El programa de la visita se desarrolló con normalidad, aunque con un cierto grado de decepción -«muchos grandes edificios de Calatrava, pero faltos de contenido», aseguró Marcelino Rodríguez. Casi al final de la jornada, el grupo de asturianos se dirigió a l' Hemisfèric, donde tenían entradas para la proyección de las 20 horas. «A los cinco minutos se avería la cinta y nos dicen que van a intentar arreglarla, aunque poco más tarde nos indican que la película no tiene solución, que desalojemos la sala y pasemos por taquilla», relata el denunciante. «Nosotros nos negamos. Les dijimos que después del madrugón y de hacer tantos kilómetros no estábamos dispuestos a conformarnos con que nos devolvieran el dinero o nos dieran una entrada para otro día», añade Marcelino.
Al parecer, y según la versión de los denunciantes, había otro grupo esperando para entrar en la sesión de las 21 horas. «Nuestra propuesta fue que proyectaran la película que tenían para esa sesión porque a nosotros nos interesaba el sistema de proyección y no tanto la película.Si hubieran aceptado en ese momento solo habría habido un retraso de 15 minutos», aseguró. «Total, un rato allí en el que no hubo ningún diálogo y si mucha prepotencia y aparecen guardias de seguridad por todos los sitios. Insultos, amenazas, apagan parte de las luces y el aire acondicionado y nos dicen que van a llamar a la Policía», relata el afectado.
Y llegó la Policía Una hora mas tarde llega la Policía, pero los mineros no debieron de sentirse muy intimidados. Bastó con que tiraran del manual de resistencia que más de uno conoce de la actividad sindical en la mina. «Nos dijeron que si no desalojábamos dormíamos todos en comisaria, que nos iban a demandar por amotinamiento y que estábamos perjudicando a los de las siguientes funciones y así un buen rato», añadió. Marcelino Rodríguez, que cuenta con el aval de la firma de sus 77 acompañantes pone las «vejaciones» e insultos» del lado de l' Hemisfèric. «¡Menos mal que tenemos un vídeo grabado!», exclama.
«Finalmente y después de dos horas y media sin aire acondicionado y con las criaturas de cuatro años esperando nos ofrecieron una sesión a las 23 horas si salíamos pero eso suponía tener que pagarle muchas horas al autobús. Pusimos una reclamación, por cierto que faltaban hojas para todos y nos fuimos.Fueron muy incompetentes pero también le digo que si no hay críos aún estamos allí», concluyó.
Font: Levante EMV
També a l'Oceanogràfic!
Minusvàlids a l'Humbracle
L'home "híbrid technology"
martes, 12 de febrero de 2008
"Toma tierra"
Ens ha arrivat un vídeo molt divertit i curiós de part de "Cochete"
Segons "Cochete", tant si sou de CACSA com si fou un visitant més, no vos teniu que preocupar si algún dia, estaguent al Museu, sona l'alarma. Abans de tot, tranquilitat, que no passa res. Que sona? Pues que sone. Ja l'apagarà algú (o no...). I ja esta! Total, es te que quedar la meitat de la gent dins, mentre la resta roman fora.... I els walkies? Pa res, ningú va a donar-vos explicacions de res ni sentireu res al respecte...
Tal vegada estiguen fent treballs de manteniment i el fum d'un soldador ha disparat una alarma, o tal vegada no (Deu no ho vullga). És el conte de Joan i el llop...
miércoles, 6 de febrero de 2008
Se hunde el Museo?
¿Tampoco pasa nada si se inunda el Palau de les Arts?
Dicen que los pocos que pudieron y se atrevieron a bajar a ver el sótano del Palau de les Arts en la noche de la segunda riada -la primera fue la semana anterior- recordaron, al contarlo, la película del Titanic en aquellas angustiosas escenas del Di Caprio y la Winslet buscando una salida por los pasillos, acorralados por el agua que bajaba en catarata por las escaleras. Lo que llegaba desde el cauce y hacía rebosar los cuatro estanques, ocupaba toda la lámina superficial del recinto, se filtraba por todas partes e iba ganando tal fuerza a medida que descendía de nivel que, como pudimos ver ayer en Levante-EMV, rompió hasta las puertas metálicas. En el llamado nivel -3 empezó, primero, a llenarse el «aljibe» que supone el hueco donde reposa la plataforma del escenario y aloja sus motores y, después, toda la gran superficie hasta convertirse en la piscina olímpica, pero multiplicada por tres, que no tenemos en Valencia, con un metro y pico de profundidad. Con esa gigantesca piscina de agua enlodada llegó el silencio y la oscuridad. Allí, a doce metros de profundidad, además de salones de ensayo, otras dependencias y el auditorio Martín y Soler -sillones especiales, forrados de piel flor de primera calidad y hechos por la empresa italiana que trabaja para Ferrari-, está depositado todo el sistema eléctrico que mueve el gran edificio, un edificio que se levanta, por si no lo sabían, sobre cimientos hechos con hormigón blanco? el derroche empieza, con un par, por los cimientos.Si no contamos los 40 millones destinados al equipamiento escénico, el Palau de les Arts ha costado hasta el momento 330 millones de euros y lleva construyéndose bajo la dirección con mando a distancia de Santiago Calatrava once años. De pronto, por un temporal que dejó en Valencia 170 litros -mucho, pero no tanto como los registros de otras zonas-, el Palau de les Arts se inunda en un solo día y provoca el gran escándalo mundial, con retraso incluido de la temporada de la ópera. 330 millones y once años contra 170 litros y un día. Estamos ante uno de los desastres más grandes en el mayor edificio que se podía imaginar y nadie ha dado explicaciones, ni informaciones serias de lo que ha pasado y sus motivos? y, por supuesto, nadie ha dimitido. Calatrava -la mejor defensa es un buen ataque- rompió el silencio que impuso el lodo declarando, a través de su portavoz, que había avisado que iba a ocurrir y el ayuntamiento no le hizo caso. (Y lo decía el arquitecto que fue capaz de olvidarse de poner escaleras de emergencia para el Museo Príncipe Felipe.) Luego apareció el concejal Bellver anunciando que se cambiaría del plan del cauce lo que hiciera falta para, después, ser corregido por Rita Barberá, quien se mordió la lengua, en dos ocasiones, para no culpar directamente a su hijo predilecto, un «hijo», por cierto, que la desairó al no acudir a recoger la distinción. La única que dio la cara fue la superintendente Helga Schmidt, quien casi tocaba de oído y habló, vagamente, de cosas que no le correspondían. La consellera Miró se negó a ir más allá de declarar que no es hora de buscar responsabilidades, algo que dio por bueno el vicepresidente Rambla el viernes recordándonos a todos que «la opinión pública conoce con detalle mayúsculo» este, y eso lo digo yo, mayúsculo desguisado. Curiosamente, el principal y primer responsable de la construcción y gestión del Palau de les Arts, el vicepresidente y conseller de Economía, en este caso y a estas alturas, Gerardo Camps, quien debía haber cinchado el desmadre gigantesco, en el que se ha convertido la locura creativa y desbocada del arquitecto valenciano, no ha resollado. Y por supuesto, el único que le podía haber parado los pies, del presidente Francisco Camps hablo, ni ha dicho, como TVV, ni dirá esta boca es mía, ni se le ha ocurrido llamar a capítulo al arquitecto, que se sepa. Ha pasado el tiempo suficiente para que los ciudadanos, los que han costeado este magnífico disloque, los dueños, sepamos de boca del contratista qué ha pasado y cómo, sin costarnos un euro más, porque la culpa no es nuestra, se va a arreglar y asegurar que nunca vuelva a repetirse. Lo único que hemos escuchado hasta hora es «la culpa es mía, la culpa es tuya». Si es verdad que Calatrava ha ganado ya unos 12.000 millones de pesetas en la Ciudad de las Ciencias, debe hacer algo más que dar la cara y explicarse. El genio de Benimàmet sólo comparece ante los medios rodeado de pulcras y rutilantes maquetas blancas para vender sus proyectos. La penúltima sólo sirvió para abortar la subasta del solar del que disponía Cacsa con las famosas tres torres con nombre de provincia que nadie quiere construir, no por la crisis, sino por no entrar más en crisis si es él quien dirige las obras. Calatrava ha hecho y deshecho, gastado y regastado cuanto ha querido, de modo que ya puede justificar, como le acusan desde el ayuntamiento, su imprevisto estanque de los 94 cipreses invadiendo terrenos municipales del cauce y desprotegiendo el edificio. Y, por supuesto, debe pagar el sobrecoste que supondrá la «calatraviana» solución, en la que trabajan hasta las tantas de la madrugada en su despacho de la calle Trinitarios estos días. Cacsa ha de dar cuenta de los caprichos, algunos increíbles, que se le han consentido, con los que el gasto se ha disparado más aún. Y, finalmente, la Generalitat tendrá que responder por qué le ha dado más encargos.
Font: Levante-emv (OPINIÓ)
Un joven de 17 años cae por el hueco de una escalera del museo Príncipe Felipe
Un joven de 17 años de edad lleva una semana ingresado en el hospital La Fe de Valencia a consecuencia de la caída desde siete metros de altura que sufrió el pasado viernes en el Museo Príncipe Felipe de la Ciudad de las Ciencias.
Por aquí cayó el joven. Tanto el hueco en el pladur como el de acceso a este, siguieron como estaban...
La única solución (y sólo duró unos dias), fueron estos bolardos y carteleria de aviso (aviso!: hay un hueco abierto, no te tires...)
Unas semanas después, otro niño volvió a caer por el mismo sitio... casualidad?. En la foto, por fin, un soldador instalando un sistema que impida acceder al hueco.